Por la frontera cerrada, siguen los temerarios cruces en gomones.

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La frontera de Aguas Blancas amaneció ayer bajo sospecha de una tragedia. Solo en las últimas horas se reportaron unas siete personas en calidad de desaparecidas tras el naufragio de algunas embarcaciones artesanales, construidas con cámaras de tractores y caña bambú, donde verdaderos y temerarios navegantes desafían la furia del río Bermejo para ganarse unos pesos y para que el comercio de bienes de todo tipo no se detenga. Muchas no se denuncian pero al menos ayer había una búsqueda formal de un joven pasante de coca.

La mañana de ayer en Aguas Blancas estuvo fresca, lluviosa y preocupante. Versiones sobre serios accidentes en más de una embarcación movilizaron a la Policía, Gendarmería y Bomberos. Cientos de personas estuvieron un día o más esperando que se habiliten las chalanas a motor. Un imposible para la furia y bravura del río Bermejo.

Las personas intentan cruzar por cualquier medio, siendo en algunos casos dispersadas por la fuerza federal apostada en el lugar.

Ni la muerte ni los naufragios detuvieron el negocio de ingreso y egreso a través de los gomones que cruzan desafiantes el río, frontera natural relativa que separa dos ciudades: Aguas Blancas (Argentina) y Bermejo (Bolivia).

El costo por arriesgar la vida y los pocos bienes que se pueden transportar en un gomón desde Argentina a Bolivia era ayer por la mañana de 1.500 pesos argentinos por persona, las cargas mayores pagan otro pasaje.

En algunos casos transportan hasta 20 o más personas y se deslizan a velocidades increíbles sobre las crestas del violento cauce. Las precarias embarcaciones transportan bebés, niños y todo tipo de carga. Gente desesperada por volver, sin posibilidad de pagar un hospedaje, prefiere arriesgar su vida con el afán de cruzar, de la orilla blanca a la orilla negra. Y viceversa.

Hombres jóvenes chancheros, navegantes increíbles, vestidos con solo un short, descalzos y cobrizos por el sol de Orán, son los dueños de esas vidas ajenas, de cargas millonarias y de tráficos inconfesables. Es una hazaña que estas embarcaciones logren llegar de orilla a orilla, y es un rezo mancomunado cuando un gomón se lanza con decenas de personas a bordo hacia la orilla opuesta.

Ayer la gente aseguraba que había al menos siete desaparecidos. En la comisaría de Aguas Blancas solo existía hasta anoche una sola denuncia realizada por una mujer que vio a su pareja ser arrastrada por la corriente.

En tanto, en el puesto de Migraciones, a metros del puente internacional, una funcionaria dijo a El Tribuno que la frontera está cerrada y que por ese puente seguro no pasa nadie.

Esa medida, adoptada hace ya tanto tiempo, no impide el traslado de uno y otro lado, pero está el ingreso irrefrenado e ilegal, pero remunerado. Miles de personas pagan diarias hasta 1.500 pesos solo por unos 10 metros de un cauce feroz.

Y a la vez, da motivo para que todo se convierta en ilegal, haciendo de ese lugar un cuello de botella que enriquece a pocos y pone en ruego a muchísima gente.

El cierre de frontera es una verdadera estafa, inhumana y cruel a estas alturas.

Policías allí apostados dijeron a El Tribuno que buscaban a varias personas.

Fuente: El Tribuno