Serrudo, Ramos y Rodas: los eternos sindicalistas salteños que llevan años en el poder

La jubilación de Pedro Serrudo, firmada por el intendente Emiliano Durand, dejó al descubierto el poder enquistado de tres dirigentes que hace décadas usan a sus gremios como escudo.

La decisión del intendente Emiliano Durand de avanzar con la jubilación de Pedro Serrudo, histórico secretario general de la Unión de Trabajadores Municipales (UTM), volvió a poner en el centro de la escena a una vieja casta sindical que hace décadas se aferra a los gremios en Salta. Se trata de dirigentes que encontraron en sus cargos un blindaje para perpetuarse en el poder, esquivar cuestionamientos y, en muchos casos, ni siquiera cumplir con sus funciones laborales.

Pedro Serrudo: más de 30 años colgado del gremio municipal

Serrudo es el ejemplo más claro de sindicalista enquistado en el aparato estatal. Desde la década del 80 usó a la UTM como un escudo para mantenerse en el poder, amparado por la protección sindical, incluso sin cumplir tareas concretas en la Municipalidad.
A lo largo de los años, acumuló denuncias internas de afiliados que lo acusaron de utilizar el gremio como un refugio personal más que como una herramienta de defensa de los trabajadores.

Finalmente, tras una batalla judicial, la jueza Graciela Moreno, del Juzgado de 1ª Instancia en lo Contencioso Administrativo, falló a favor de la Municipalidad y Durand firmó la jubilación de Serrudo. Su salida expuso la decadencia de un modelo sindical que hace tiempo dejó de representar a los municipales salteños.

Abel Ramos: el eterno dueño de ATSA

Otro caso paradigmático es el de Abel Ramos, al frente de la Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina (ATSA) en Salta. Desde hace más de tres décadas maneja el gremio con un control absoluto, enfrentando múltiples quejas por falta de transparencia y por utilizar su poder sindical como trampolín político.
Ramos fue concejal, diputado provincial y hasta candidato a intendente, siempre capitalizando su rol gremial como base electoral. Mientras tanto, los trabajadores de la salud arrastraron reclamos crónicos por salarios bajos, condiciones laborales precarias y falta de respuestas del propio sindicato.

En los pasillos de hospitales y centros de salud, la crítica es recurrente: Ramos usó la lucha gremial como una herramienta personal, garantizándose poder político y económico, mientras los problemas estructurales de la sanidad provincial siguen sin resolverse.

Carlos Rodas: La Bancaria bajo sospecha

Carlos Rodas, al frente de La Bancaria en Salta, tampoco escapa a la lógica de eternización sindical. Se mantuvo durante años como dirigente provincial del gremio que nuclea a los trabajadores bancarios, enfrentando denuncias por manejos poco claros y por utilizar su lugar como escudo político.
Los propios empleados bancarios lo cuestionaron por su falta de renovación y por la connivencia con sectores políticos de turno, que le permitieron sostenerse al frente del sindicato sin oposición real.

Mientras tanto, en los bancos de Salta se acumularon quejas por sobrecarga laboral, falta de personal y deficiencias en las condiciones de trabajo, temas que rara vez fueron puestos en agenda por el sindicalismo local.

Un modelo sindical agotado

El caso Serrudo encendió la alarma sobre un sistema que parece diseñado para que los dirigentes sindicales se eternicen en el poder. Ramos en ATSA, Rodas en La Bancaria y el propio Serrudo en la UTM comparten un denominador común: décadas al frente de los gremios, escándalos, denuncias, falta de renovación y la utilización de la estructura gremial como refugio personal y político.

La decisión del intendente Durand marca un precedente: se puede avanzar contra esos privilegios enquistados. La pregunta que queda abierta es si la política se animará a dar el mismo paso con otros dirigentes que siguen sosteniendo sus feudos sindicales mientras los trabajadores, en nombre de quienes dicen hablar, siguen esperando respuestas.

QPS