Salta y el dilema del Partido Justicialista que no representa a nadie

Argentina cambió, Salta cambió y, con ellas, cambió el Partido Justicialista y el peronismo.

Argentina cambió, Salta cambió y, con ellas, cambió el Partido Justicialista y el peronismo. Los muchachos peronistas ya no son los obreros los descamisados los que cargan consigo el mameluco de la fábrica. La representatividad del peronismo hoy está casi copada por mujeres. Y no son obreras de campo mucho menos costureras de un taller, son pibitas con maquillaje discreto, uñas prolijas, chill girl, universitarias, varias de ellas recibidas, primera o segunda generación de profesionales en su familia.

Mientras que los otrora muchachos peronistas del taller y el galpón hoy están en extinción. Los de ahora sean ingenieros o sean obreros del surco, parecen un estudiante de filosofía. Pelo bien cuidado, pero despeinado; la camisa prolija, zapatillitas John Foos y una invasión de morrales donde llevan el tabaco y el papel de armar que es lo último que les queda de populares.

De más está decir que ese tipo de neoperonismo se ha quedado sin líderes pero también se ha quedado sin votantes. A este peronismo cool no lo representan Sergio Leavy, José Vilariño o el ex barrabrava tristemente célebre Juan Emilio Ameri (aka) “el chupa chichi”. Este peronismo cool de Juan Manuel Urtubey, Emiliano Estrada o Malvina Gareca tampoco representan al viejo votante peronista, al marginado, al obrero, al pobre, al tipo de la villa.

El peronismo de base no encuentra rumbo

El viejo votante peronista encontró en Javier Milei y los libertarios el discurso que más se amolda él. Primero, el de dejar de dar planes. Aunque no lo crean son los pobres los que más están en contra de los programas sociales, es el laburante al que más lo indigna que hoy, por no hacer nada, el padre de un beneficiario de la AUH cobre un bono de $165.000. Es justamente Javier Milei es el que hoy representa a los marginados, al que sufre bullying, al que es apartado de la sociedad, sobre ellos el peronismo no ejerce representación alguna, mientras que los libertarios llenan las urnas con sus votos.

La crisis del peronismo en Salta y en el país no es una crisis electoral, es una crisis de representatividad que los dirigentes del Partido Justicialista no logran resolver. En gran parte porque ninguno de ellos quiere correrse para dejar que otro que sabe más o que es más joven ocupe lugares de privilegio.

Lo vemos a nivel nacional donde la discusión del peronismo está dividida entre Máximo Kirchner y Guillermo Moreno. Uno de ellos es portapellido y el otro es dirigente desde que Júcaro podía agacharse a atarse los zapatos. Ninguno piensa correrse para darle espacio a nuevos dirigentes, ninguno de ellos representa, ni al viejo votante del peronismo y mucho menos al nuevo.

Partido Justicialista sin renovación

Pero esto también ocurre a nivel local. Yo me fui de Salta hace ya varios años y volví este año. El tablero prácticamente no había cambiado, se sigue dividiendo la provincia, y los lugares de los partidos, entre las mismas personas de siempre. ”La locura es hacer lo mismo una y otra vez, pero esperando resultados diferentes”, dice una frase falsamente atribuida a Albert Einstein y que, en realidad, pertenece a Rita Mae Brown. Bueno en Salta, y en el país, el Partido Justicialista y el peronismo están loco y van en camino a obtener el mismo resultado que en octubre del 2023.

El Intra