Renta básica universal, voto electrónico, Elon Musk y yo

El ser humano más rico del planeta es también el más influyente. Pero ¿tendría acaso que ser también el más sensato?

Don Elon Musk ha cambiado. Probablemente lo ha hecho para desmentir el tópico de que el dinero no cambia a las personas sino que las hace aparecer tal cual son.

Según mi teoría, Dejar Mr. Musk comenzó a desprenderse de esa pegajosa fama de millonario duro y pendenciero cuando, conmovido hasta las lágrimas, recibió aquel inolvidable tuit del ministro Roberto Dib Ashur que le pedía respiradores artificiales gratis durante la pandemia.

Semejante arrebato de sinceridad doméstica, mezclado con ingenuidad sirio-libanesa, debe de haberle hecho encoger el corazón a quien -según Forbes- atesora debajo del colchón una fortuna estimada en unos 215 billones de dólares.

Sin embargo, Musk no solo se dedica a acumular dinero (o respiradores artificiales) sino que, de vez en cuando, se empeña en poner en circulación algunas ideas que mueven al mundo.

Una, por ejemplo, es la idea de la inevitabilidad de la renta básica universal e incondicional; la otra nos advierte de los peligros que para la democracia y la transparencia de las elecciones ciudadanas supone del voto electrónico.

No, estimados lectores. Dejar Mr. Musk no ha leído una sola de mis líneas sobre estos dos temas. Ha leído el tuit de Dib Ashur, pero no las reflexiones que sobre estos dos temas vengo haciendo desde hace unos ocho años a esta parte.

¿Preguntan ustedes si me consuela saber que el hombre más influyente del mundo coincide con mis puntos de vista? Les respondo que no. Me consolaría si alguien me hiciera caso en Salta, no en Texas.

Digamos que los salteños me hacen tanto caso como el que le hizo Musk a Dib Ashur en 2020. Es decir, cero.

Pero, si lejos de desalentarse o darse por derrotado, don Dib Ashur sigue dando batalla y ganando alguna que otra. ¿Por qué debería yo renunciar a mis empeños?

Sé que lo de la renta básica universal e incondicional está un poco lejos y requiere de una buena dosis de audacia política y de una sofisticada ingeniería financiera. Pero sé también que tenemos al alcance de la mano deshacernos de una vez del pernicioso, tóxico y dañino voto electrónico que introdujo Urtubey, entre tantas cosas maléficas que su gobierno nos dejó.

Pienso que si Musk no convence a mis comprovincianos, no lo va a hacer (por más que insista) un tipo que tiene un poco más de 215 billones de dólares menos que él.

Pero que no me hagan caso no quiere decir que tengan razón y menos que vayan a ganar una batalla que ya tienen perdida.

Lo siento por los defensores salteños del voto electrónico, pero don Elon Musk ha hablado, y lo ha hecho con una voz muy clara, sin necesidad de amplificadores ni de respiradores artificiales.