Moneda común: los cuatro desafíos que tendrán Argentina y Brasil para implementarla

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Hay obstáculos que van desde la emisión monetaria, la cesión de soberanía y la instrumentación política, sostienen especialistas. El ministro de Economía y su par brasileño anunciaron un mecanismo de garantías para empresas de ambos países.

Brasil y la Argentina comenzarían conversaciones para una moneda común. El título de un artículo del medio inglés Financial Times dio de qué hablar durante todo el fin de semana. ¿Se termina el peso? ¿Podrán los dos países integrar sus economías para lograr crear “Sur”, el supuesto nombre de la nueva divisa? Finalmente, en una conferencia de prensa, los ministros de Economía de ambas naciones aclararon los alcances de esta idea: solo serviría, en principio, para el comercio bilateral.

“Establecimos mecanismo para avanzar en documentos para recorrer el objetivo de lograr una moneda común, no única. Tiene como objetivo central que tengamos mecanismo de comercio común”, explicó Sergio Massa, ministro de Economía.

“No se trata de la idea del ministro Pablo Guedes [exministro de Economía brasileño] de una moneda única, se trata que avancemos en instrumentos previstos y que no funcionaron bien, ni el pago en moneda local, ofrecer una garantía de que podamos avanzar en el comercio de la manera en que el presidente Lula y el presidente Alberto Fernández pretenden”, agregó su par brasileño, Fernando Haddad.

Para los especialistas, la idea de una moneda común tendrá varios desafíos por delante para llegar a buen puerto. REUTERS/Agustin Marcarian
Para los especialistas, la idea de una moneda común tendrá varios desafíos por delante para llegar a buen puerto.

Para los especialistas, sin embargo, esta idea tendrá varios desafíos por delante para llegar a buen puerto. En principio, puntualiza Marcelo Elizondo, consultor en negocios internacionales, lo que se anunció hoy no es algo nuevo: es una intención que está vigente desde que se creó el Mercosur a inicios de la década del ‘90. “Allí se señala que los países van a avanzar en la coordinación monetaria, financiera, fiscal y regulativa de infraestructura: eso ya tiene 32 años”, describe.

Elizondo señala, además, que todavía hay muchas preguntas por responder. En primer lugar, cómo se instrumentaría con respecto a las autoridades monetarias. “Cualquier instrumentación de una moneda común requeriría esfuerzos institucionales que no son sencillos. ¿Quién la emitiría? ¿Con qué política monetaria? ¿Qué banco central prevalece en el proceso?”, cuestiona. En tanto, indica que el banco central brasileño es autónomo y que el de la Argentina, en cambio, está sometido a las directrices del gobierno nacional, aunque teóricamente debería preservar su independencia.

Por otro lado, hay un obstáculo cambiario, dice: aquí hay múltiples tipos de cambio, mientras que en Brasil se convalida el tipo de cambio de mercado. “¿Cuál sería la cotización de esa moneda nueva? ¿Sería de mercado, administrada por la autoridad monetaria?”, se pregunta.

Otro de los desafíos tiene que ver con su instrumentación política. “Para la Argentina esto sería una cesión de soberanía que no es tan sencilla en términos políticos. Si el Gobierno lo decide hoy, ¿sería convalidado en un año de transición política en el que no tiene mayoría en la Cámara de Diputados?”, suma.

Finalmente, Elizondo apunta que hay un último impedimento relacionado con la dinamización del comercio. “En el memorándum que se firmó se señala que se busca la reducción de barreras para comerciar, pero es la Argentina la que pone impuestos a las exportaciones, un tipo de cambio oficial con retraso y confiscación para el exportador que no recibe dólares, la que aplica los mecanismos de administración de comercio como las SIRA aun cuando los productos vengan desde Brasil”, describe.

“Son trabas que no son necesariamente monetarias y una moneda común, ¿haría que se levanten todas estas restricciones? No parece algo sencillo de que ocurra”, concluye.

Crear una moneda única -en lugar de una moneda común para comerciar- implicaría muchísimas otras condiciones que hoy son muy difíciles de cumplir para la Argentina y de aceptar para Brasil por las asimetrías de sus economías. REUTERS/Agustin Marcarian
Crear una moneda única -en lugar de una moneda común para comerciar- implicaría muchísimas otras condiciones que hoy son muy difíciles de cumplir para la Argentina y de aceptar para Brasil por las asimetrías de sus economías.

Por qué no se pudo avanzar en una moneda única

Crear una moneda única -en lugar de una moneda común para comerciar- implicaría muchísimas otras condiciones que hoy son muy difíciles de cumplir para la Argentina y de aceptar para Brasil por las asimetrías económicas de ambos países.

“Un banco de Mercosur con una única política monetaria implicaría llegar al final de todo un proceso de integración económico e institucional que en general dura mucho tiempo. Se comienza por el comercio exterior, bajando barreras arancelarias intrarregionales, mejorando movimientos de capitales y de mano de obra y luego se avanza en criterios institucionales, con reglas económicas muy relevantes para esa unión: topes al tamaño de la deuda, del déficit, restricciones como ocurrió cuando se creó la Unión Europea y el euro”, señala María Castiglioni, socia de C&T Asesores Económicos.

“¿Por qué no se avanzó en esto hasta ahora? Hay que tener compromiso institucional y de integración enorme, y ni siquiera se avanzó en comercio de integración. Todo lo contrario, ambos países optaron por cerrar sus economías”, agrega la economista.

Castiglioni se refiere también a otro de los ítems que se mencionan en el memorándum firmado, que tiene que ver con la “ampliación en el uso del Sistema de Pagos en Moneda Local (SML), con la intensificación de las tratativas entre bancos centrales y otros órganos responsables. Y busca avanzar en acuerdos e instrumentos que faciliten el libre flujo de divisas entre los países”, según expresa el comunicado de Presidencia.

En ese sentido, la economista manifiesta que este mecanismo está activo desde 2008, pero que no se usa demasiado. “El problema de los flujos comerciales y financieros de la Argentina es el cepo cambiario, y ningún país está exento, ni aunque se use este mecanismo”, advierte.

“Los procesos de unión de monedas no sirven para ordenar las economías. Primero hay que ordenar a las economías, ver que son capaces de cumplir ciertas condiciones, fiscales, monetarias y comerciales”, suma, en el mismo sentido, Santiago Bulat, socio de la consultora Invecq. Por el momento, claro está, ese orden está lejos de la realidad.

Fuente: TN