Los dólares del campo: las razones por las cuales el productor acertó al quedarse con la soja y qué pasará en junio

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Llega el mes de mayo y crece la expectativa acerca de la liquidación de divisas, sin embargo junio podría ser el mes clave para la recuperación de las reservas.

Mientras el Gobierno reza e implora que los productores agrícolas apuren la comercialización de granos, todo parece indicar que junio será un mes de “despegue” y que llegaría una buena parte de las divisas que desesperadamente necesita el Ministerio de Economía.

El último dato, proporcionado por la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) confirma que durante el mes de mayo las empresas del sector liquidaron la suma de u$s2.612 millones. Poniendo la lupa sobre este dato, vale la pena repasar que implica una suba del 37% en relación al mes de abril del presente año, pero una baja del 37% en relación al mismo mes de mayo del año 2023 (cuando se aplicó el dólar soja) y una leve caída del 4% en relación al acumulado de este año en comparación con el año 2024.

Según las consultas realizadas por Ámbito a distintos analistas y expertos, los números de junio se podrían ubicar tranquilamente en el doble de lo recaudado en el mes de mayo, ya que las cosechas de soja y maíz tomaron ritmo en las últimas semanas. De hecho, según confirma la Bolsa de Comercio de Rosario en su último reporte, “las compras acumuladas durante mayo llegaron a 5,7 Mt por soja, siendo el avance mensual más importante en cinco años y comprometiendo en treinta y un días el 10% de la oferta total. Además, entre contratos con precio hecho y fijaciones se fijaron precios a 6,2 Mt, pasando de mantener solo el 7% de la oferta total con precio durante abril y llegando al 18% de la oferta total a finales de mayo, casi que triplicando el volumen de mercadería cubierta en el físico”.

Enrique Erize, titular de la Consultora Novitas, aseguró a Ámbito que “comparado con otros años el ritmo de venta no es tan malo, lo que pasa es que la cosecha se demoró por razones climáticas. Durante varias semanas no paró de llover y eso generó una situación complicada. En el caso de la soja, de las 50 millones de toneladas que se esperan hay vendidas 8,2 millones, que es un número muy por debajo de lo que el Gobierno esperaba. En el caso del maíz, cuando se planificó la cosecha comercial se proyectaron 57 millones de toneladas y se perdieron cerca de 10 millones por la proliferación de la chicharrita, el vector que transmite el spiroplasma y ataca los rendimientos del cultivo”.

La cuestión climática y de avance de la campaña es uno de los temas que ralentizó la comercialización, sin embargo existen otros factores que también tallan fuerte en la decisión de los productores. Uno de ellos es lo que muchos en el mercado definen como “mala praxis” del actual Gobierno al no resolver el daño que provoca una esquirla del dólar soja, que es la nebulosa en la que se maneja el dólar exportador o dólar blend.

¿Qué implica eso? Que si un productor quería comercializar en abril un contrato de soja forward para mayo o junio, al hacerlo ese día se le pagaba en pesos al valor del dólar oficial. Pero si vendía soja disponible porque la tenía, le pagaban dólar blend (80% oficial + 20% CCL). Esto también generó retención por parte de los productores.

La tercera razón por la cual los agricultores decidieron no avanzar con la comercialización durante las últimas semanas se centra en el comportamiento del mercado internacional, aguas donde los productores se mueven mejor que cualquier funcionario.

Según pudo saber Ámbito, la idea del Gobierno era que los productores iban a vender sus granos, porque de no hacerlo dilapidarían sus ganancias. El análisis era que sin quita de retenciones a la vista ni modificaciones en el tipo de cambio, con una tasa mensual de colocación del dinero al 8% y una devaluación controlada del 2%, el que no vendía soja iba a perder. La comunicación oficial en cuanto a que no iba a haber cambios en las políticas económicas que impactaran en el sector fue acertada y la idea en si misma tiene cierta lógica, sin embargo esta claro que hay pocos entendidos en Economía acerca del sector agrícola, porque la expectativa de los productores en virtud de lo que ocurre en el mercado internacional es que los precios van al alza y eso fue exactamente lo que ocurrió. Si los productores tomaban las recomendaciones del Gobierno y vendían su soja hubieran perdido. Ganaron los que esperaron, porque la soja pasó de u$s290 a más de u$s320.

Otro tema que también hay que tener presente es el rol de los dueños de la tierra. Según Erize “cerca del 70% de los campos los siembran inquilinos, que antes de tomar cualquier tipo de decisión de venta de sus granos necesitan que los dueños definan en cuántos quintales se fijan los valores de arrendamiento. Una gran parte de la soja se vende cuando el dueño del campo fijó el alquiler. Hacerlo antes implica que quien alquila pueda quedar descalzado y eso resultaría peligroso para la sustentabilidad del negocio”. En esta operatoria también hubo demoras, porque los dueños de los campos (equivocadamente) pensaban que podría concretarse una devaluación o quita de retenciones que impactaría positivamente en sus ingresos a partir de una mejora en la cotización de los granos, pero eso no ocurrió ni va a pasar al menos en el corto o mediano plazo.

Con gran parte de estas cuestiones zanjadas, en junio se deberían comercializar al menos unas 10 millones de toneladas donde el maíz va hacer su aporte. Podríamos tener un mes con una liquidación de divisas de entre U$S 4000 y U$S 5000 millones. Los productores tienen que pagar cuentas, alquileres, insumos para la siembra de trigo. Es probable que la soja se venda según necesidades puntuales y que se apure la venta de maíz, que a diferencia de lo que ocurre con el precio de la soja (que no es bueno) se ubica u$s20 arriba de la paridad. Los precios no son malos, pero son mucho mas bajos en comparación a los que había hace un año, por eso muchos productores se manejan con cautela, vendiendo lo justo y necesario porque creen que los precios aún tienen espacio para recorrer hacia arriba.