La Secretaría de Ambiente en la mira por la presunta desaparición de los Ojos de Mar de Tolar Grande

En tomas áreas se advierte un antes y después en la zona turística que había sido declarada área protegida por su interés científico. Responsabilizan a la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Salta, a cargo de Alejandro Aldazabal.

Según indican operadores turísticos y viajeros, los “ojos de mar” que se encuentran en la localidad de Tolar Grande, en la Puna salteña, han quedado inundados por una laguna de aguas marrones. Denuncian que el origen de ello sería la construcción de una pasarela sobre pesados pilotes y responsabilizan a la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Salta.

Los Ojos de Mar son tres lagunas de color verde turquesa rodeadas por suelos salinos, el imponente desierto árido y lejanas y rojizas montañas puneñas. Impactan por su belleza y valor turístico, y la zona donde se encuentran fue declarada área protegida por su interés científico. Allí habitan sistemas bacterianos similares a las primeras formas de vida en la Tierra.

Luis Ahumada, integrante de la asociación de agentes de turismo y que trabaja como guía en la Puna desde hace décadas, asegura que “nunca antes había sucedido algo así”. “Los que conocemos la zona estamos convencidos que tiene relación directa con la construcción de una pasarela con pilotes de hormigón demasiados pesados para un suelo tan sensible. A simple vista se ve el agua brotando alrededor de esos pilotes”, sostuvo. Según afirmó, donde se instalaron los pilotes empezó a salir agua arcillosa que tapó el área inundando todo, arruinando el paisaje y los ecosistemas en las lagunas.

La obra en cuestión comenzó a mediados del 2023 y la primera noticia que recibió el operador turístico sobre la desaparición de los Ojos de mar fue en agosto de ese año, cuando un colega le envió una foto de lugar. Posteriormente, recorrió el lugar en varias ocasiones y lo comprobó él mismo.

Precisamente, hacia octubre de 2023 el Gobierno provincial anunciaba la “obra de infraestructura que orienta con una caminería elevada el acceso y la circulación de las personas que visiten el lugar”. El objetivo, señalaban, era “dotar a ese circuito turístico – científico de condiciones para su preservación”.

En una segunda etapa, además, la Secretaría de Obras Públicas completó obras de accesibilidad, señalización básica e inclusive una playa de estacionamiento.

La microbióloga María Eugenia Farías, responsable del descubrimiento científico que convirtió a la zona en una reserva protegida, fue reconocida a nivel mundial por esta y otras investigaciones. Desde su hallazgo, en 2009, se inició una búsqueda de 10 años que llevó a descubrir y a poner en valor microorganismos extremófilos similares en la Puna catamarqueña, en Chile y en Bolivia. La importancia de estos ecosistemas reside no sólo en que permiten estudiar las primeras formas de vida de la Tierra, sino en su potencial para el desarrollo de biotecnología capaz de desarrollar, entre otras aplicaciones, agricultura sostenible, recuperación de suelos degradados y otros problemas ambientales que afectan al planeta.

“No sólo se arruinó el paisaje, el agua arcillosa que brota alrededor de los pilotes tapó el agua cristalina de los Ojos de Mar y, obviamente, no hace falta hacer un estudio para asegurar que, al haberse tapado la luz, de los extremófilos que ahí vivían ya no debe quedar ninguno. La luz es la fuente de energía que sostiene esos ecosistemas extremos, tal cual lo fue hace 3400 millones de años”, señaló la especialista ante lo ocurrido.

Según explicó la profesional, si bien a veces hubo inundaciones debido a las lluvias, el aumento del nivel fue mínimo, el agua era siempre transparente y se evapora rápidamente. “En este caso el agua viene de abajo. Abajo hay aguas salinas atrapadas y lo que se ve claramente es que se rompió ese acuífero y comenzó a brotar el agua con sedimentos. Es algo que se ve a simple vista: hicieron la obra, apoyaron eso ahí, y alrededor de la plataforma comenzó a salir  agua y se inundó todo con agua barrosa, ya no pasa la luz, ergo ya se alteró el sistema”, aseveró.

Afirmó también que para llevar adelante la polémica obra no fue consultado ningún geólogo o hidrogeólogo, aun cuando estos suelos sedimentarios frágiles, asentados sobre un acuífero, deben ser tratados con extremo cuidado. “Más aun teniendo en cuenta su valor científico- subrayó- En muchos lugares, gracias a la interacción entre la comunidad, el gobierno y empresas privadas turísticas y científicas, estos ecosistemas fueron salvados.  Como es el caso de Catamarca y de Chile. En lo que pasó en Tolar Grande la responsabilidad cae sobre los que hicieron el estudio del impacto ambiental y quienes aprobaron el estudio de impacto ambiental”, enfatizó.

Con información de La Gaceta