La salida de Pablo López y los candidatos de La Libertad Avanza Salta se deciden entre 2 o 3 personas

La renuncia y posterior expulsión del exconcejal Pablo López sacudió las bases de La Libertad Avanza en Salta.

La renuncia y posterior expulsión del exconcejal Pablo López sacudió las bases de La Libertad Avanza en Salta. Un escándalo sexual, siempre incómodo y mediático, forzó su salida del Concejo Deliberante y del partido. Nada como un buen escándalo para unir voluntades, o al menos esa era la teoría inicial. Sin embargo, rápidamente comenzaron a circular rumores que salpicaron a otra figura prominente. La posible conexión de la diputada nacional María Emilia Orozco con este asunto turbio complicó aún más el panorama interno partidario.

La sombra de la diputada Orozco sobre el caso López aceleró la decisión de expulsar al concejal manchado. La premura buscaba contener el daño político evidente, un movimiento calculado para proteger la imagen. Pero esa misma rapidez generó malestar entre la militancia y dirigentes intermedios. Las quejas surgieron como hongos después de la lluvia, apuntando a lo turbio del proceso. El método generó más dudas que certezas entre quienes observan desde dentro.

LLA Salta se debe reestructurar pero no existen asambleas abiertas

El verdadero problema reside en el fuero interno de LLA Salta, un lugar tan privado como un club selecto. Las decisiones cruciales, como la expulsión de López o la crucial selección de candidatos, no pasan por asambleas amplias. Parece ser territorio exclusivo de una pequeña mesa de dos o tres personas. Alfredo Olmedo y la propia María Emilia Orozco serían los árbitros indiscutibles de este particular juego democrático. Una democracia partidaria express, de altísima eficiencia, para unos pocos.

Esta concentración del poder en pocas manos empezó a molestar seriamente a muchos dirigentes que se sumaron al proyecto. La promesa de una nueva forma de hacer política choca con esta realidad de cúpulas herméticas. Las protestas internas crecen a medida que se percibe esta dinámica verticalista. La idea de un movimiento fresco se enfrenta a la vieja tentación del control centralizado. La novedad prometida huele extrañamente a receta conocida, aunque con nuevos ingredientes.

El reciente armado de listas en Buenos Aires encendió alarmas también en suelo salteño. Allá, militantes históricos fueron desplazados sin miramientos por figuras barriales y advenedizos de ocasión. Este precedente nacional resonó con fuerza en el interior provincial. Generó temor y escepticismo sobre el futuro local de los cuadros formados. La sensación de que el esfuerzo inicial podría no tener recompensa es palpable entre la base.

¿Quién será el reemplazo de López?

En Salta, la sospecha es que se priorizará a extrapartidarios con capacidad de arrastre electoral inmediato. Se rumorea sobre nombres ajenos al núcleo duro de LLA, buscando ampliar el voto. Esta estrategia pragmática dejaría en segundo plano a los jóvenes valores y rostros que el partido había mostrado. Apostar por lo seguro, por el voto conocido, antes que por la supuesta renovación que pregonan. Un clásico de la política argentina, disfrazado de cambio.

Este resquebrajamiento interno no pasa desapercibido para los votantes que depositaron su esperanza en LLA. Esperaban un movimiento diametralmente opuesto al kirchnerismo, una verdadera ruptura con las malas prácticas. Sin embargo, hasta ahora, las viejas mañas parecen resistirse a desaparecer. El nepotismo, la venta implícita de cargos, la elección a dedo de candidatos, esos vicios tan denostados. La vieja política tiene perfume y saco nuevo, es un engaño difícil de sostener por mucho tiempo.

La expulsión de López fue solo el síntoma visible de una enfermedad más profunda en LLA Salta. La falta de democracia interna real y el gobierno de una minúscula elite contradicen su discurso fundacional. Los votantes esperan coherencia entre lo predicado y lo practicado. De lo contrario, el desencanto será inevitable y rápido. La libertad que avanza no puede construirse sobre las mismas bases podridas que dice combatir. El relato del cambio necesita hechos concretos, no solo candidatos prefabricados por unos pocos. La credibilidad está en juego, y el tiempo para rectificar se agota.

Fuente: El Intra