Las elecciones de octubre del 2025 en Salta distan mucho de ser un simple trámite electoral.
Las elecciones de octubre del 2025 en Salta distan mucho de ser un simple trámite electoral. Algunos podrían resaltar su importancia enumerando las tres bancas de senadores nacionales y las tres de diputados nacionales en juego. Sin embargo, la verdadera relevancia de este comicio es estratégica y trasciende ampliamente ese conteo numérico. En octubre comienza a delinearse el tablero político de cara a 2027. Se empieza a vislumbrar quién podría aspirar a ocupar el sillón más cómodo de Grand Bourg dentro de dos años. Es el primer round de una pelea que definirá el futuro provincial.
Esta contienda marca, además, algunos regresos a la política que prometen ser espectaculares, ya sea con gloria o con un ruidoso tropiezo. El primero es Alfredo Olmedo, alma máter y armador clave de La Libertad Avanza a nivel local. Su carrera política ha sido un péndulo constante entre triunfos resonantes y derrotas estrepitosas. Esta vez, sin embargo, corre con una ventaja inusual, lleva el sello del oficialismo nacional. Es decir, para usar un dicho del barrio, corre con el caballo del comisario, lo que añade un condimento peculiar a su campaña.
El regreso de Urtubey a la contienda política
El otro regreso es nada menos que el del ex gobernador Juan Manuel Urtubey. El hombre que ocupó en tres ocasiones el sillón de Grand Bourg vuelve a la arena política tras un retiro de seis años. La gran incógnita es si será una vuelta triunfal o un intento fallido. Urtubey parte desde una posición claramente desventajosa, corre más de atrás que nadie. No posee una estructura política sólida en la actualidad, ni pertenece formalmente a ningún partido nacional. Es prácticamente impensable que cuente con el apoyo del actual gobierno provincial para su campaña. Es una empresa personal, casi solitaria, cuyo desenlace es un misterio para todos.
Urtubey tiene, efectivamente, el tablero difícil, muy difícil. Nadie en su sano juicio lo pondría hoy como favorito indiscutido. Pero atención, en su extensa carrera política ha demostrado una y otra vez una capacidad sorprendente. Ha logrado hazañas electorales y políticas que muchos daban por imposibles. Por eso mismo, descartarlo por completo sería un error garrafal, casi tan temerario como subestimar el calor salteño en enero. Es un jugador que sabe mover sus fichas cuando menos se espera.
Se asoma el oficialismo de Sáenz
Por otro lado, aparece el oficialismo de Salta, comandado por el gobernador Gustavo Sáenz. En algún momento se especuló incluso con su propia candidatura para estas elecciones nacionales. Esa versión parece felizmente descartada, aliviando quizás a sus propios nervios. Lo que sí es un hecho es que el oficialismo llevará candidatos propios, con el peso del aparato estatal detrás. En octubre se medirá de forma muy concreta la fuerza electoral real del sainismo. Se verá si conserva músculo para proyectarse hacia la reelección en 2027. O si, por el contrario, asiste al inicio de una lenta y quizás trágica agonía política que se extendería por los próximos dos años.
Todos los actores, sin excepción, compiten en octubre con la mirada puesta firmemente en el 2027. Ninguno ignora el carácter dual de esta elección. Es un comicio nacionalizado por las bancas en juego, pero con una carga profundamente provincial por sus implicancias futuras. Es una especie de ensayo general con público pagante, donde se prueban candidatos, discursos y alianzas. El resultado será un termómetro incómodo para muchos, un espaldarazo para pocos.
No hay nada por sentado: el pueblo salteño podría causar sorpresas
El pueblo salteño, hay que decirlo, es un electorado singular, famoso por sus sorpresas. Ha votado masivamente a opciones de derecha tanto a nivel nacional como provincial. Pero también ha dado muestras contundentes de apoyo a la izquierda. Recordemos que no hace muchos años, el Partido Obrero dio un batacazo electoral histórico. Se alzó con nueve escaños en el Consejo Deliberante capitalino y varios más en la Legislatura provincial. El votante salteño es una caja de sorpresas, a veces amargas, otras veces hilarantes, pero siempre impredecibles. Votar a un trotskista con la misma naturalidad con que se elige la carne del domingo es parte de su encanto.
Por todo esto, reducir estas elecciones a la simple disputa por seis bancas es un error de perspectiva monumental. Son mucho más que eso. Son el primer capítulo de la novela política que definirá quién gobierna Salta después de Sáenz. Son el campo de prueba para regresos épicos o fracasos resonantes. Son el momento donde se mide la temperatura real del oficialismo local. Y sobre todo, son la ocasión en que el impredecible, y a veces travieso, electorado salteño vuelve a tener la palabra. Prepárense, porque el espectáculo, con toda su dosis de incertidumbre y algún que otro guiño cómico, está por comenzar. Que nadie diga después que no estaba avisado.
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