Elecciones 2025: otro papelón de los encuestadores

Otra vez erraron todo. Inflaron a candidatos a los que nadie quiere y manipularon datos con total descaro. En Salta, el bochorno ya es marca registrada.

Hay oficios que se dignifican con el trabajo y otros que se degradan con el tiempo. El de los encuestadores salteños pertenece, sin dudas, al segundo grupo. Volvieron a fallar y por mucho. Prometieron precisión científica y entregaron pura propaganda barata. Lo de esta elección fue el colmo: dieron a Juan Manuel Urtubey entre los más competitivos, y terminó penando con un 12%. Mientras tanto, aseguraban que La Libertad Avanza “se desinflaba” y los libertarios ganaron con el 41,6%.

No hay error estadístico que alcance para explicar semejante desatino. Ya no se trata de márgenes de error, sino de márgenes de vergüenza. En Salta, los encuestadores se convirtieron en una especie de operadores disfrazados de técnicos, que juegan a orientar el voto mientras fingen neutralidad. Se creen analistas, pero actúan como propagandistas.

Pero el problema no es solo que se equivoquen: es que lo hacen siempre en la misma dirección. Pasó en las elecciones provinciales de mayo y volvió a pasar ahora. Inflan a los de siempre, a los de la billetera más grande y castigan a quien no entra en su circuito de conveniencias. Lo que antes era una herramienta para entender el humor social y orientar las campañas, hoy es un instrumento de manipulación al servicio del que paga mejor. Benjamín Gebhard y Pedro Butazzoni entraron en esa lógica patética.

Ya sobre el final de la campaña, este último había asegurado: “Emilia Orozco cae en picada y Juan Manuel Urtubey toma impulso en la recta final. El oficialismo provincial empezó a moverse con intendentes y funcionarios, pero corre desde atrás. El clima cambió: el discurso neutral ya no sirve, y quien no se define, se queda afuera”. Nada más alejado.

En todo el país hicieron agua, pero en Salta, a esta altura, el bochorno es sistemático. Cada elección, un papelón. Prometen profesionalismo y entregan operaciones disfrazadas de sondeos. El descrédito ya es total. Y si algo quedó claro después de esta elección, es que la única encuesta que todavía vale la pena es la de las urnas.

Opinorte