El peronismo sufrió un duro golpe electoral y entró en crisis la construcción del proyecto para el 2027

La derrota en Buenos Aires y en la mayor parte del país pegó con fuerza en la alianza. Reproches cruzados y la necesidad de reconfigurar el mapa de poder y de liderazgos

Fue un golpe muy duro. Inesperado y contundente. El peronismo, bajo el título de Fuerza Patria, retrocedió todo lo que había logrado avanzar en la elección del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, que había tenido un impacto más allá de las fronteras bonaerenses y que había puesto a Axel Kicillof en la cúspide del peronismo bonaerense.

El peronismo perdió una elección que parecía imposible de perder. Por la distancia conseguida un mes y medio atrás, por los sucesivos tropiezos de La Libertad Avanza (LLA) en la gestión económica y en la construcción de la lista de candidatos, que terminó con la renuncia de José Luis Espert a su candidatura como primer diputado.

El PJ pasó de ganar por 13 puntos a perder por 2 en el distrito electoral más importante del país. Esa derrota traerá, a partir de las próximas horas, el florecimiento de un nuevo capítulo de la interna entre el kicillofismo y el cristinismo. Un pase de facturas por culpas y responsabilidades. Del desdoblamiento hasta el armado de la lista. La contundente derrota amenaza con quebrar el endeble esquema político de la provincia.

“Cristina tenía razón, no había que desdoblar”, empezaron a esparcir los camporistas enojados con el Gobernador. “Menos mal que desdoblamos, sino todo hubiese sido peor. Y alguien se va a tener que hacer cargo del armado de las listas, que no cautivaron a nadie”, reflexionó un intendente muy cercano a Kicillof. La guerra vuelve al principio.

En CABA Recalde logró una

Pero la derrota en el peronismo no fue solo en la provincia de Buenos Aires, sino en gran parte del país. En las ocho provincias que elegían senadores solo ganaron en dos, contando el triunfo de Gerardo Zamora en Santiago del Estero, que es un aliado permanente del PJ a nivel nacional. La otra fue Río Negro, donde el ex ministro de Justicia Martín Soria se impuso y asumirá en la cama alta a fin de año. Sin embargo, en esa provincia Fuerza Patria perdió en la elección a diputados.

Hubo derrotas duras en Salta, Jujuy, San Luis, Córdoba, Misiones y Corrientes. También hubo medallas de plata en Santa Fe, CABA, Tierra del Fuego y Mendoza. El mapa se pintó, en su mayoría, de violeta. Todo lo contrario a lo que esperaban en el peronismo, donde, en las cuentas más finas, creían que el Gobierno podía ganar, como mucho, siete distritos. Las proyecciones fallaron, motivo por el que la caída fue más fuerte.

Las sorpresas positivas estuvieron en San Juan, donde ganó Cristian Andino, un ladero de Sergio Uñac y en Santa Cruz, donde el triunfo se lo llevó el sacerdote Juan Carlos Molina. Dos lugares donde el peronismo no pensaba ganar. Los que cumplieron con las expectativas planteadas de antemano fueron los gobernadores Osaldo Jaldo (Tucumán), Raúl Jalil (Catamarca), Ricardo Quintela (La Rioja), Sergio Ziliotto (La Pampa) y Gildo Insfrán (Formosa).

Pero la derrota nacional, por más de 10 puntos, opacó esos triunfos, que quedaron descalzados de la realidad del resto del país. Los gobernadores revalidaron sus gestiones, pero el peronismo debe preguntarse a partir de hoy cómo debe refundar un proyecto nacional. Y, sobre todo, debe preguntarse por qué perdió en la mayor parte del país con un gobierno que atravesó una fuerte crisis política y financiera a lo largo de los últimos dos meses.

Hasta dónde tuvo influencia el voto anti peronista o, como lo marcan ahora varios dirigentes, el voto anti kirchnerista, en referencia a lo que consideran que es el final de una etapa con un fuerte protagonismo de Cristina Kirchner. “Armó una lista para perder. Sin presencias territoriales y con malos candidatos”, se quejó un soldado del kicillofismo. Los reproches se multiplicarán con el paso de las horas.

El peronismo entra, a partir de hoy, en una etapa revoltosa. De más preguntas que respuestas. Donde el camino lógico sería empezar a pegar las partes rotas del jarrón aunque, según las primeras reacciones, lo más probable es que pase exactamente lo contrario y las grietas comiencen a profundizarse. “Adentro todo está roto”, sentenció un funcionario provincial hace un puñado de semanas. Anoche lo reafirmó con absoluta convicción.

Juan Manuel Urtubey en el

En el interior sufrió algunos golpes duros, como el tercer lugar de Juan Manuel Urtubey en Salta, que lo dejó afuera del Senado, o los diez puntos de diferencia en Santa Fe con LLA, que redujeron las expectativas de recambio en la provincia. En CABA la elección fue positiva porque superaron los 25 puntos que tenía como techo de cristal y que veían difícil de atravesar. Metieron un cuarto diputado y se afirmaron como la principal oposición,

Jorge “Coqui” Capitanich se metió como senador por la minoría en Chaco, al igual que Cristina López en Tierra del Fuego. Lo mismo pasó con Adám Bahl en Entre Ríos y Mariano Recalde en el suelo porteño. Pero esos ingresos al Senado apenas si matizaron la victoria libertaria que quedó impresa en todo el país, donde el peronismo perdió en las dos formas principales de interpretar la elección: el porcentaje general y el triunfo provincia por provincia que es lo que diseñó el mapa pintado de violeta oficialista.

Los resultados pusieron en crisis el proyecto nacional del PJ. Y ahora nadie sabe cómo va a seguir la vida interna del peronismo. Los integrantes del Movimiento Derecho al Futuro (MDF) advierten que, pese a la derrota bonaerense, el único liderazgo nacional con proyección presidencial sigue siendo el de Kicillof. Ahora empieza la compleja tarea de fortalecer ese rol político y superar rápido los sinsabores de la derrota.

¿Y ahora cómo seguir? Eso se preguntan varios dirigentes por estas horas. La realidad se acomodará en los próximos días y la discusión sobre el proyecto político empezará darse en público y en privado. Ganadores y perdedores de un nueva parte de la historia peronista. La derrota generó un cimbronazo. Es momento de barajar y dar de nuevo.