Las dos cabezas de La Libertad Avanza pasaron de una relación que ambos definían como “una amistad” al enfrentamiento público, a menos de 100 días de Gobierno. Los reclamos cruzados y la preocupación en la Rosada por la votación del DNU.

El enojo de la Casa Rosada empezó a hacerse imposible de ocultar apenas se conoció la convocatoria del Senado para el tratamiento del DNU 70/2023. La relación entre el círculo más cercano de Javier Milei y Victoria Villarruel no atraviesa su mejor momento hace tiempo, es cierto, pero esa jugada generó un quiebre. “¿Para qué llama a una sesión en la que no tiene asegurado los votos?”, se preguntaban repetidamente en los despachos más importantes del Gobierno. Aparecía una única respuesta: “Se cortó sola”.

Algunos le buscaban la explicación en el reglamento parlamentario. Sopesaban si no tenía alternativa o le quedaba algún margen para postergar nuevamente el debate. “No está obligada”, contestaba el asesor presidencial Santiago Caputo a quienes se lo planteaban.

Cerca de la vice, aseguraban que llegaron “muy al límite” desde el punto de vista reglamentario, pero agregaban un segundo argumento político: “Pusimos el pecho todo lo que pudimos. Los que nos están pidiendo la sesión esta vez son los bloques aliados, no teníamos más forma de resistir”, razonaba en la tarde del miércoles un colaborador de Villarruel.

En los equipos de la Vicepresidenta dejaron trascender algunos reclamos para el Ejecutivo. Se quejaban porque desde la Rosada “ni siquiera dieron una mano” al no haber enviado funcionarios para hablar con los senadores. En conversaciones privadas con legisladores de otros colores políticos se escucharon también reproches más direccionados: en el despacho de la Presidencia del Senado apuntaban a Posse y Caputo por “no entender de política”.

La demora para concretar la resolución que anulaba los aumentos de casi el 30% en los sueldos de los Senadores fue otro de los hechos que había generado malestar interno en la última semana. Hubo cuatro días de diferencia entre la firma de Martín Menem, Presidente de la Cámara de Diputados, y la de Villarruel.

El comunicado oficial de la Oficina del Presidente expuso en público el enojo de Milei con quien él siempre consideró una amiga, aun cuando algunos de sus más cercanos esbozaban teorías que ponían en duda su lealtad. Además, puso sobre la mesa un concepto que los libertarios de la mesa chica siempre utilizaron para definir a Villarruel: es una dirigente “con agenda propia”. Durante la campaña 2023 lo veían como algo positivo. Desde el triunfo en el balotaje, esa idea empezó a cambiar.

Hace meses que la vice dejó de formar parte activamente de las reuniones de Gabinete. En realidad, sus apariciones son esporádicas. Karina Milei y Santiago Caputo le marcaron al Presidente en más de una ocasión esa falta de constancia de su parte. “No sabemos a qué juega”, era una duda recurrente.

Una sola vez estuvo Villarruel en la Rosada en todo febrero, a mediados del mes. Sus dos anteriores presencias habían sido el 25 y el 11 de enero. Una vez cada dos semanas, en el mejor de los casos. En marzo regresó a las reuniones programadas con ministros para el encuentro del jueves 7, el día previo a la visita de los gobernadores por el primer paso del Pacto de Mayo.

A comienzos de año crecían los rumores de sus vínculos con Mauricio Macri. Un viaje patagónico de los primeros días del 2023 sembró la semilla de una charla secreta entre ellos en Cumelén, el exclusivo Country de Villa La Angostura, en el que el expresidente pasa sus veranos. Los entornos de ambos se encargaron de desmentirlo, pero nunca lograron convencer a todos los cercanos a Milei.